UNIDOS POR LA RADIO
Pepa aún somnolienta escuchaba la radio tras despertarse. Estaba sola y se había llevado un café calentito a la cama, que Mateo le había dejado en el termo antes de salir a su turno de mañana con el taxi, Teo tenia examen de física ll y había salido antes para que así su padre lo dejara en la estación, tenía un largo recorrido en tren hasta la Autónoma pero era la forma más segura de llegar a su hora.
Mientras escuchaba el pronóstico del tiempo, pensaba en el puchero que le había prometido a Teo, para lo cual tendría que salir a comprar unos puerros y un jarrete de ternera, sería el ultimo puchero hasta finalizado el verano porque con el calor ya nadie lo quería en casa, pero ahora, cercana la primavera los días eran frescos, allí en Alcalá, aun rodeada de prados y zonas verdes ya olía a flores. Eran algo más de las 7:30
Teo había cogido a tiempo el tren, escuchaba la radio con sus auriculares, pasaba de una emisora a otra buscando música o alguna que no le hablara de los sondeos electorales con respecto a las elecciones que tendrían lugar tres días después, este año votaría por primera vez pero tenía claro lo que su padre le había dicho con respecto a la manipulación de los sondeos, a que las promesas electorales eran solo eso, promesas utilizadas para la captación de votantes, era su primera vez y pensó que su voto seria en blanco.
El tren paró en medio de las vías, esas paradas que nadie se explica y que es de suponer que están dando paso a otro o un cambio de agujas. Pensó que en veinte minutos estaría en Príncipe Pio para coger el Metro, continuó en su intención de encontrar una emisora que no hablara de las elecciones y entonces vio subir a Mónica en la parada de San Fernando, aquella preciosa cabellera rubia era inconfundible, Mónica poseía esa dulzura en la mirada que lo atontaba, esa música en la voz capaz de sacarlo de cualquier pensamiento por profundo que este fuera y dedicar todos sus sentidos a escucharla. Quiso hacerse el despistado y siguió trasteando con la radio. Mónica alzo la mano haciéndole una señal desde el otro lado del vagón y Teo levanto la vista y simplemente sonrió, ella llegó hasta donde Teo estaba sentado y le puso su carpeta sobre las piernas.
-¿Cómo lo llevas?
-Bastante bien teniendo en cuenta que es segunda convocatoria ¿y tú?
-Yo ayer creía que bien y hoy si te digo la verdad no lo sé (pensó cederle su sitio pero lo había hecho tantas veces y nunca aceptaba, que lo dejó pasar)
Mantenía uno de los auriculares en su oído y se había desprendido del otro para escuchar a Mónica, parecía que se había cortado la programación, no escuchaba nada, tampoco interferencias, sacudió la radio, de pronto se puso de pie, Mónica fue a decirle algo y el cerró su boca poniendo su mano sobre ella, -¡¡Son ambulancias!! dicen que ha habido una explosión, ¡¡no se escucha nada!¡¡solo sirenas!! De pronto…el silencio, la oscuridad…
Pepa se había levantado, cogió su bata rosa y como siempre puso la radio en el bolsillo para seguir escuchando a Carlos Herrera que ahora discutía con Josemi la receta del Salmorejo. De repente se hizo el silencio, susurraban algo a micrófono abierto que no se entendía y de pronto una música, apenas unos segundos e irrumpió la voz de los informativos. Primero confusión, una catástrofe, en Atocha había tenido lugar una masacre, la explosión de dos bombas en un tren, un atentado, pensó en Teo y todavía confusa encendió el móvil al mismo tiempo que la televisión, Telecinco daba las primeras noticias, el teléfono de Teo daba apagado o fuera de cobertura, llamó a Mateo y le daba señal de comunicando, la televisión no daba imágenes solo hablaban de los cercanías pero no decían nada de donde venían los trenes, siguió pegada a la radio, quiso tranquilizarse, pensó que nunca había sabido si el tren que cogía Teo pasaba por Atocha, pensó que aún así el tren de Teo no había tenido tiempo de llegar a Atocha. Se sentó en el taburete de la cocina, tecleaba y tecleaba el teléfono de Teo…nada, luego el de su marido que seguía comunicando. Se preparó una tila, no sabía cómo ni de qué manera tenía que salir, ir a Madrid buscar a su hijo y a su marido, ¿Cómo? ¿Cómo iba a ir? No habría trenes, ¿autobús?, Mateo no contestaba, en el bombardeo de pensamientos mientras se vestía, la radio desde encima de la cama seguía radiando la catástrofe, otro tren había explotado en El Pozo del Tío Raimundo, contabilizaban decenas y decenas de muertos hombres, mujeres, jóvenes, niños, seres humanos de todas las edades, sexos y colores. Hablaban ahora de un tercer tren en Santa Eugenia, eso estaba aún más cerca que la estación del Pozo y Pepa sabia que por esas dos estaciones si pasaba el tren de Teo.
Mateo llamó al teléfono fijo, Pepa lo cogió llorando, temía lo peor, Mateo se asustó al escucharla pero pronto se dió cuenta de que ella tampoco sabía nada de Teo, trato de tranquilizarla, le dijo que las líneas de telefonía móvil estaban colapsadas, el ministerio del interior había habilitado dos líneas telefónicas para solicitar información, pero que seguro que Teo estaba bien, Pepa con el llanto entrecortado le pedía que fuera a buscarlo y que lo trajera a casa, la radio seguía informando de víctimas, de hospitales a los que estaban trasladándose los heridos, los fallecidos eran trasladados a IFEMA donde serían reconocidos e identificados.
Mateo sabía que Teo había cogido el C7, él lo había dejado allí, cogió la carretera y aunque no estaba muy lejos tardó casi media hora en llegar a la estación del Pozo entre aquella masacre de gritos y llantos trató de buscar a Teo pero no dió con él, un empleado de Renfe le dijo que ese tren era el C2,que el C7 era el de Santa Eugenia, instintivamente emprendió una carrera hacia su taxi para salir hacia la estación de Santa Eugenia y de pronto volvió sobre sus pasos aquella visión dantesca de la masacre arrancó lagrimas de sus ojos, consoló a una mujer a la que trataban de hacerle desprenderse del cuerpo de su hijo al que, ya sin vida, estaba abrazada. Preguntó a los del SUMA que qué podía hacer y enseguida ayudaron a subir a tres heridos a su taxi dándole el hospital al cual tenía que llevarlos, el cubículo de su taxi se llenó de gemidos, el olor a pino de su ambientador quedo apagado por el olor a sangre. Puso la radio, bajita para no molestar a sus ocupantes en el trayecto, el número de víctimas aumentaba considerablemente, valiéndose del manos libres llamo a Pepa por si tenía noticias de Teo, por como atendió el teléfono supuso que aún no sabía nada, trató de tranquilizarla, le dijo que estaba buscándolo y no lo había encontrado le dijo que la falta de noticias en este caso eran buenas noticias y que la llamaría mas tarde.
La radio actualizaba las cifras de heridos y muertos cada tres minutos, en la televisión salían imágenes de vagones destrozados por las explosiones, de ambulancias y sirenas de un lado a otro de la ciudad, la llegada de las primeras víctimas mortales a IFEMA (Feria de convenciones y congresos de Madrid) como es lógico no se decían nombres ni de heridos ni de fallecidos.
Pepa seguía sentada en la cocina, escuchaba y no escuchaba la radio, Paquita había bajado desde el piso de arriba porque escuchó llorar y gritar a Pepa, trataba de consolarla.
Un joven con un micrófono trasmitía lo que sus ojos iban viendo entre los vagones, era de Radio Nacional, decía que a sus treinta años nunca había visto tanta barbarie. Apoyados sobre un árbol, ensangrentados, dos jóvenes que una vez evaluada su gravedad esperaban a ser trasladados. El muchacho extendió la mano haciéndole una señal al del micro como queriéndole decir algo, el joven del micrófono se acercó y le dijo estamos en antena retrasmitiendo desde Radio Nacional y viendo su estado le acercó el micrófono para radiar sus palabras…
“Mamá soy Teo y estoy bien, esto es horrible pero yo estoy bien y tú estarás escuchando la radio como todos los días” no pudo decir más, la joven que estaba con él a su lado una cría rubia también se había salvado. Su padre desde el taxi escuchó aquel mensaje y fue entonces cuando lloró desconsoladamente y de forma incontrolada.
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GUS